sábado, mayo 22, 2010

Enero.

Este texto esta escrito en 2 hojas arrancadas de una agenda, son blancas y no tienen marca alguna, no tiene titulo, se lo he puesto yo, y creo que es bastante adecuado.





Estoy en Enero del nuevo milenio. Estoy en un parque, he salido a tomar el sol, pero lo que me saluda es un temporal de viento frío. Viento que no juega con mi pelo, me lo revuelve. Viento que no acaricia las ramas, las agita. Es como si toda la realidad estuviera agitada y convulsa. Frío, soledad, desaliento, pero ahí arriba sigue ardiendo el sol.

Poderoso dios olvidado, reducido a la luz que nos acompaña, y solo reconocemos su calor cuando nos es necesario. Hemos olvidado que debemos la vida.

Triste parque desolado por estas ráfagas de viento altivo y gélido, necesario mensajero del invierno. Eterno transportador de las nubes, que juegan con nosotros ofreciéndonos su juego de luces y sombras.

¡No te escondas!

¡No me dejes en estas heladas y lúgubres tinieblas!

Te necesito Sol, he de calentar mi soledad, para no morir en sus horizontes. Hasta encender una hoguera, hermana pequeña de tu poder absoluto.

Debatiéndome en esta lineal realidad, de ruidosas soledades, de aristas desiertas me pregunto: ¿Como es posible que renuncie al cobijo de la jaula y salga a este oceano de viento?